Morelia, Michoacán, a 4 de mayo de 2019.- En el marco de la Expo Fiesta Michoacán 2019, los Pueblos Mágicos muestran su cultura, artesanía y principales atractivos turísticos a los asistentes al máximo escaparate.
Claudia Chávez López, secretaria de Turismo en el Estado, destacó que los ocho Pueblos Mágicos brindan a los visitantes información sobre su historia, cultura, gastronomía, arquitectura, minas y naturaleza pródiga de: Angangueo, Cuitzeo, Jiquilpan, Pátzcuaro, Santa Clara del Cobre, Tacámbaro, Tlalpujahua y Tzintzuntzan.
Pátzcuaro con 500 años de historia, lugar extraordinario de calles empedradas, casas señoriales, plazas arboladas y portales siempre concurridos con sus nieves de pasta; el pueblo mágico minero de Angangueo, enclavado en una barranca, serpentea entre cerros boscosos, las montañas que lo rodean son el refugio invernal de millones de mariposas Monarca, que pueden visitarse desde los santuarios de Sierra Chincua y El Rosario y, en sus entrañas, las montañas guardan un preciado mineral.
Cuitzeo a orillas del lago, un pueblo que fue misión y hoy es mágico, ahí los purépechas se asentaron en la ribera norte del lago de Cuitzeo y, en 1549 los agustinos eligieron Cuitzeo para ubicar el convento desde el cual emprenderían la evangelización de esta región. Jiquilpan, un pueblo que se cubre de un velo azul cuando las jacarandas florecen, pueblo apasionado por el arte que está presente en cada rincón, en los talleres de seda y artesanías, en la música, en la gastronomía.
También en los magiscopios de Feliciano Béjar o en las paredes de la Biblioteca, con murales del gran maestro José Clemente Orozco. En Santa Clara el cobre es un estilo de vida.
Ya los purépechas trabajaban el cobre antes de la colonia, fabricando joyas, máscaras y ollas. Durante la época colonial, Santa Clara era reconocida por la calidad del trabajo de sus artesanos. El cobre de este Pueblo Mágico se hizo universal cuando se transformó en pebetero para los Juegos Olímpicos de México de 1968.
Tacámbaro presume de temperatura perfecta, ubicado entre las montañas y Tierra Caliente, la brisa fresca y el viento cálido se alterna, bailan y se mezclan. Aguacate, zarzamora y caña de azúcar son tradicionales ahí. En el entorno del pueblo, cascadas como la del Arroyo Frío con su caudalosa caída y lagunas como La Alberca ofrecen mil posibilidades para un día en naturaleza. Tlalpujahua, es un pequeño pueblo de pasado minero; en lo alto se encuentra la estampa de la Parroquia de San Pedro y San Pablo que contrasta en su esplendor barroco con la sobriedad de San Francisco, el primer templo del pueblo, en su parte baja.
Tzintzuntzan se convirtió en la primera ciudad de Michoacán y fue, brevemente, sede episcopal. Del esplendor de la época prehispánica quedan las imponentes Yácatas, restos del centro ceremonial de una cultura que desde el siglo XII dominaba estas tierras.